Una capilla propia
Miquel Ponce, Víctor González, Diego Lozano, Guilermo Velasco
Del 14 de octubre de 2024 al 8 de febrero de 2025
A45 centímetros de la obra, uno no está frente a la pintura sino dentro de ella.
«Yo» no es más que un término práctico que se refiere a alguien sin existencia real. Manarán mentiras de mis labios, pero quizás un poco de verdad se halla mexclada entre ellas; os corresponde a vosotras buscar esta verdad y decidir si algún trozo merece conservarse. Si no, la echaréis entera a la papelera, naturalmente, y os olvidáis de todo esto.
Virginia Wolf (Un habitación propia)
Rothko, como pintor de la intuición y los trastornos (desasosiegos, alegrías, paroxismos, euforias), no disfrutaba de seguridades de ninguna índole. Expresaba lo primordial, lo primitivo, y es muy posible que una parte de su pesimismo radicase en la ambición de expresar, precisamente, cómo es ese puente que, de forma movediza, enlaza lo bello con lo sublime. Cuando uno mira sus cuadros y los ve, se percata de que él conocía muy bien la diferencia entre lo bello y lo sublime.
Alberto Garrandés (En la capilla Rothko)
Sirvan de base el trabajo de ambos artistas, Wolf en la escritura y Rothko en la pintura, para aclaranos la sensación de desintimidad, desgarro y pasión que el creador como tal debe apercibir a la hora de mostrar su obra, ¿o mostrarse a sí mismo?. Este leitmotiv tomará forma en tiltulo expositivo en cuatro espacios independientes, cerrados y etéreos, donde cada artista, con su modo particular de expresión, deberá abordar al espectador desde el silencio de la obra, agredir la mirada para hacer comprender que los procesos pictóricos, y su resultado final, no conllevan un fin meramente estético, sino una confrontación con la propia realidad del artista.
De este modo, la elección de estos cuatro artistas deviene por su modo de tratar la pintura, obviando su fin estético. Cada uno a su modo realza sus propios conceptos propios con un trazo personal yuna manera de expresión que los hace individuales ala hora de ver la pintura, ymostrarla al espectador para que el mismo se sienta envuelto en un universo plástico que conjuga con lo más íntimo de de la percepción.
Tomar el espacio y convertir la pintura en un auto de fe.